El objetivo de este manual es establecer un marco basado en el respeto, la equidad, el consentimiento informado y la sensibilidad cultural. Su objetivo es ayudar a investigadores, instituciones y organizaciones a comprender y aplicar prácticas que no sólo respeten, sino que den prioridad al bienestar y la dignidad de las personas vulnerables en entornos afectados por conflictos. Con la adopción de estos principios, la cartilla pretende fomentar un entorno en el que las intervenciones y la investigación con grupos vulnerables se lleven a cabo de forma responsable, transparente y con un compromiso inquebrantable con las normas éticas.

La salvaguarda, un enfoque proactivo centrado en la seguridad y el bienestar de las personas, en particular de las que se encuentran en situaciones vulnerables, forma parte integral de la investigación y los esfuerzos humanitarios (Barron et al., 2022). Este concepto consiste en crear y mantener entornos que impidan el daño, el abuso o la negligencia, garantizando que tales preocupaciones se aborden con prontitud y eficacia. En contextos de investigación, la salvaguarda implica una serie de prácticas para proteger a los participantes vulnerables de la explotación, el daño y otros resultados negativos que pudieran derivarse de su participación en actividades de investigación.

El principio de "no causar daño", un principio fundamental tanto en la investigación como en la labor humanitaria, complementa la salvaguardia haciendo hincapié en la importancia de evitar daños involuntarios durante la prestación de asistencia en el marco de la labor humanitaria o de un proyecto de desarrollo, o durante la recopilación de información (Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, 2016). Este principio es especialmente crucial cuando se trabaja con poblaciones vulnerables, que a menudo son más susceptibles de sufrir daños y están menos preparadas para hacer frente a sus consecuencias. Requiere una comprensión profunda de los impactos potenciales de las intervenciones de investigación y un compromiso con la consideración cuidadosa y la mitigación de cualquier efecto negativo (Molesworth, 2022). Tanto la salvaguardia como el principio de no hacer daño subrayan el imperativo ético en las prácticas de investigación e intervención humanitaria, haciendo hincapié en la necesidad de proteger y respetar los derechos y la dignidad de todos los participantes, especialmente los más vulnerables. Estos principios guían a los investigadores y profesionales no sólo a centrarse en los objetivos de su trabajo, sino también en las implicaciones más amplias y las posibles consecuencias imprevistas de sus acciones.